Hacer ejercicio y correr con el calor del verano es bastante agotador. Ya estás cansado antes de empezar y una vez que estás corriendo lo que quieres es acabar lo antes posible. En resumen, en verano, el entrenamiento al aire libre parece una tortura a la que preferirías renunciar. Es mejor el fitness en el gimnasio o en casa con el aire acondicionado encendido (aunque moderado).
El sudor es el mecanismo que el cuerpo utiliza para regular el calor corporal. El cuerpo se enfría a través del sudor, pero para que esto ocurra sin riesgo, es importante mantenerse hidratado: cuando se produce una deshidratación y no se reponen los líquidos, tanto el sistema nervioso central como los órganos internos están en peligro y la consecuencia más extrema es el colapso.
Otro peligro es el causado por la insolación, que también puede tener graves consecuencias y se presenta con insuficiencia respiratoria, incapacidad para sudar y pérdida de conciencia. Pero con unos pocos y pequeños agilizadores, todo esto puede evitarse entrenas al aire libre evitando los riesgos que el calor excesivo, amplificado por la humedad, puede causar.
Consejos para correr con calor en verano
El consejo número uno es beber, beber y beber otra vez. Para quienes realizan una actividad física moderada, el consejo es que beban al menos medio litro de agua 2 horas antes de entrenar, un vaso de agua antes de salir al aire libre y luego tomen un sorbo cada 15 minutos durante el ejercicio.
Además, come alimentos ricos en agua durante el día como frutas y verduras y, para complementar las sales minerales, elige los plátanos y los frutos secos en lugar de los zumos o suplementos artificiales. En su lugar, evita beber alcohol los días anteriores a correr con calor, ya que el alcohol promueve la deshidratación (excepto cuando el entrenamiento ha terminado y te tomas una cerveza, que puede reponer los minerales perdidos). Útil para la termorregulación del cuerpo es mojarte la cabeza y las muñecas.
La ropa es un aliado contra el calor. Se aconseja que utilicemos ropa ligera y transpirable que favorezca la sudoración y permita que el cuerpo se enfríe, preferiblemente de colores claros que reflejen los rayos del sol, ya que la ropa oscura retiene más calor y ayuda a aumentar la temperatura corporal. Se recomienda el uso de una gorra o pañuelo, además de gafas de sol y protector solar.
Evita como la peste las horas más calurosas, de 10:00 a 16:00, para evitar que te bajen la tensión o el azúcar. Es mejor entrenar temprano en la mañana, no más tarde de las 8:00, o al final de la tarde después de las 18:00.
Tranquiliza tu espíritu competitivo, al menos en verano. Esto es para evitar exagerar y acostumbrarte a la idea de que, al menos en los meses de verano, es mejor entrenar a un ritmo suave, especialmente en los días en que la temperatura supera los 30°C y la humedad es particularmente alta. Así que aprende a escuchar a tu cuerpo y, si te sientes cansado o débil, deja de hacer ejercicio o toma descansos reduciendo aún más la intensidad, dando así tiempo a tu cuerpo para que se enfríe.
Para quienes prefieren entrenar al aire libre, es importante conocer la ruta que se va a tomar y elegir caminos con zonas de sombra para evitar la exposición continua a la luz solar directa. Si vives en un lugar con poca humedad, no olvides que el sudor se evapora rápidamente, así que bebe más agua para reponer fluidos. También varía tu entrenamiento introduciendo varios ejercicios e intervalos, para que puedas descansar y permitir que tu cuerpo se enfríe.
*Este artículo se publicó originalmente en GQ Italia.
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